el deseo de permanecer para siempre joven explica el temor generalizado de la pérdida de cabello asociada con el envejecimiento.
A este respecto, el estudio de Moerman es muy revelador. Dos grupos de estudiantes universitarios respondieron a un cuestionario, al ver dos imágenes de sujetos masculinos idénticos en todos menos en que uno era calvo y el otro no.
Los estudiantes respondieron que el sujeto calvo era más inteligente, estable y
concienzudo, mientras que la persona con el pelo se consideró más
atractivo y agradable. Asignando, además, una media de edad de 52 años al hombre calvo y al sujeto con pelo de 42 años. La calvicie, por lo tanto, indica un aspecto prematuramente envejecido y un explícito signo de declive, que puede causar incertidumbre en cuanto a la capacidad social y de atractivo.